Debido a las recurrentes complicaciones, dirimir contratos de deudas soberanas en tribunales extranjeros, y a la incapacidad del mundo para delinear un procedimiento creíble y justo en caso de bancarrotas nacionales, lo mejor sería derivar el caudal principal de deuda internacional hacia las cortes de los países deudores.
Así, los que quieran pedir sumas del exterior tendrían que desarrollar instituciones serias que hagan creíble esa promesa de pago.
Kenneth Rogoff | LA NACION DE AYER.-
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