El viernes pasado se entrevió el mayor peligro que enfrenta la eurozona en la
próxima década: un período de deflación prolongada. La inflación subyacente (que
no considera los precios de la energía y otros factores volátiles) disminuyó en
octubre a una tasa anual estimada de 0,8%.
Yo hubiera esperado que el Banco
Central Europeo (BCE) recortase aún más las tasas de interés esta semana. Pero
dudo que aun una tasa de interés marginalmente negativa pueda evitar el descenso
hacia la deflación. Su principal causa está en la manera en que la eurozona
responde a su crisis de deuda: con austeridad y salarios reales cada vez más
bajos en la periferia y falta de ajustes en el norte.
El peligro existencial
para el euro ya no es un ataque especulativo, una corrida bancaria o el avance
de los partidos extremistas, sino el simple agotamiento...(de persistir) el intento de resolver la crisis a través de la política de comunicación (que es
lo que estamos haciendo, con una unión bancaria que excluye cualquier forma de
responsabilidad conjunta), o con las declaraciones interminables de que la crisis
ya se está terminando o que la eurozona se está recuperando.
WOLFGANG MÜNCHAU, Financial Times EL CRONISTA COMERCIAL DE HOY.-
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