"...en (China)... se sigue una misma fe, pero se pregona desde dos iglesias diferentes.
La ilegal es la que ampara el Vaticano. La aceptada es llamada la Iglesia Patriótica, que si bien sigue las prácticas tradicionales católicas romanas, incorpora obispos y curas aprobados en Pekín, en lugar de aquellos nominados por el propio Vaticano.
...Pekín no acepta que otro Estado le imponga líderes religiosos y, por lo tanto, no acepta ningún obispo o cardenal enviado desde San Pedro.
Luego de su elección, el gobierno de Pekín emitió un mensaje casi idéntico al de la asunción de Benedicto XVI. Expresó "su deseo de que el Vaticano haga esfuerzos conjuntos con China con el fin de crear condiciones para la mejora de las relaciones bilaterales".
Pero el nuevo papa tiene un as bajo la manga que otros no tuvieron: pertenece a la Compañía de Jesús.
Los jesuitas han sido los únicos misioneros que pudieron establecerse en China. Con su peso e influencia a nivel regional y su enorme población, el país siempre fue uno de los destinos soñados para el catolicismo.
Sin embargo, todas las misiones católicas, incluso desde las primeras registradas en el siglo XIII por los grupos franciscanos, y las que ocurrieron luego con agustinos y dominicos, fracasaron al ser expulsadas por el imperio.
Fue sólo hasta la primera misión jesuita, en 1582, que el catolicismo logró entrar a China, gracias a Matteo Ricci. Con una valoración de la cultura china, Ricci fue uno de los primeros extranjeros en dominar el mandarín: escribió el primer diccionario de mandarín a una lengua europea, y enseñó a los oficiales chinos matemática y astronomía.
Su importancia fue tal que se convirtió en el primer extranjero en ser invitado a la ciudad imperial en Pekín, adquiriendo el cargo de "consejero de la corte imperial".
El éxito de Ricci fue la aplicación de la técnica de la "acomodación", que consistía en entender y apropiarse de las características propias de la cultura autóctona, para luego interpretarlas desde las prácticas católicas.
Así, Ricci encontró puntos similares entre la filosofía confuciana y católica, y aceptó la adoración de los ancestros -práctica fundamental asiática- al considerarla una costumbre civil, logrando así varios conversos y el respeto social.
Los jesuitas se convirtieron en el puente de conocimiento científico hacia Europa en las dinastías Ming y Qing. Sin embargo, en el siglo XVII, el Vaticano dio un paso atrás al volver a considerar estas costumbres como prácticas paganas, y obligó a los católicos a abandonarlas.
El resultado fue la expulsión de todos los otros jesuitas instalados después de Ricci y la definición del catolicismo con una secta peligrosa.
El Vaticano se retractó dos siglos después, diez años antes de que Mao Tsé-tung llegara al poder y les cerrara las las puertas a las religiones por considerarlas prácticas burguesas..."
NATALIA TOBÓN, CHINA FILES, EN LA NACIÓN DEL 23 DE MARZO.-
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