En Shanghai, en mayo de este año, Rusia y China avanzaron en una asociación
estratégica integral.
Dos obras monumentales brindan la magnitud del entendimiento. La construcción
del gasoducto que facilite el traspaso de gas desde Siberia hasta Pekin. Un
acuerdo de 400 mil millones de dólares. Por 30 años de energía garantizada.
Por otra parte China, con la obvia cooperación rusa, encara la construcción
del nuevo canal de Nicaragua. Para monopolizar su manejo durante 50 años,
renovables por otros 50 más. Una inversión de 40 mil millones de dólares que
cambia la geografía de América Central, y flexibiliza el paso de las
mercaderías, del petróleo y eventualmente de armas entre el Atlántico y el
Pacífico. Se inicia la obra en diciembre.
JORGE ASÍS, EL CRONISTA COMERCIAL DE HOY.-
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