La errática e ineficaz política exterior del kirchnerismo, los problemas con Uruguay y Brasil en un debilitado Mercosur, su ingenua visión de la cuestión Malvinas, el lento avance de la Unasur y la actual crisis de los fondos buitre han puesto a nuestro país en una situación de aislamiento internacional. Ante esto, el Gobierno pareciera buscar una salida en los Brics.
Pero el modo en que nos relacionamos con las potencias emergentes se resume en dos palabras: asimetría y dependencia.
Estos países muestran un firme desarrollo con visión de largo plazo, y en sus estrategias nos definen como periferias proveedoras de materias primas y recursos estratégicos, al mejor estilo de la relación neocolonial del siglo XIX con Gran Bretaña.
En ese sentido, el intercambio comercial con China es paradigmático: exportamos materias primas en un 90% e importamos, en la misma proporción, productos industriales y tecnología -entre otros, material ferroviario que antes producíamos y exportábamos-, reforzando así un modelo extractivista de minería, soja y transgénicos con una creciente primarización de nuestra economía.
A su vez, a Rusia le vendemos aceites, cítricos, carnes o lácteos a cambio de aceites de petróleo, planos de acero o papel prensa, y su interés inversor se orienta hacia el sector nuclear, de infraestructura, militar y energético.
Como vemos, antes que una estrategia de inserción de nuestro país en un marco de alianzas que respondan a un proyecto estratégico, la participación argentina en la reunión de los Brics en Fortaleza se asemeja más bien a un manotazo de ahogado.
Fernando Pino Solanas | Senador nacional (Proyecto Sur-UNEN) integrante de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, LA NACION de hoy.-
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