"...la tasa (de interés) fue subiendo...durante 1928; en la última semana del año alcanzó un 12%.
En Montreal, Londres, Shanghai y Hong-Kong, se escucharon murmullos a propósito de estas tasas...hombres opulentos se dijern a sí mismos que un 12% era un 12%. Un caudaloso río de oro comenzó a desembocar en Wall Street, con el virtuoso propósito de ayudar a los norteamericanos a sostener las compras de acciones..."
"El crac del 29", John Kenneth Galbraith, Edit. Ariel, pág. 55.-
El ícono de la presente modernidad china lo constituyen -que duda cabe- las siluetas de las torres edificadas en Pudong en los últimos veinte años, en lo que antes era un enorme arrozal. Allí se destacan la torre Perla Oriental, la Jim Mao y la World Financial Center, apodada cariñosamente esta última "el destapador" por la forma de su coronación.
Pero, a decir verdad, Shanghai fue siempre moderna.
Comenzando por su acta de nacimiento a mediados del siglo XIX,-reciente, si consideramos que desde hace 3000 años Bejing es la capital de China- siendo una consecuencia de las concesiones otorgadas a comerciantes extranjeros, luego de la primera Guerra_del_Opio, destacándose entre ellos el legendario Sassoon_David_Sassoon un judío sefardí, originario de Bagdad y su familia, quienes comerciaban a través de su flota la seda, el té y la plata china, a cambio del opio que traían de la India.
A comienzos del siglo XX la ciudad se compartimentó para alojar a las tres concesiones -la inglesa, la francesa y la norteamericana- Toda esta mixtura, introdujo la cultura decimonónica occidental, convirtiendo desde entonces a Shanghai en La perla del Oriente.
Luego se fue consolidado, transformándose en una metrópoli cosmopolita y centro financiero y comercial de Asia, con gran predominio de extranjeros entre sus habitantes, quienes provenientes desde los más disímiles lugares -refugiados rusos, revolucionarios coreanos, judíos que escapaban del nazismo- llegaron -vaya osadía- hasta a poner carteles en sus enclaves, como el barrio francés, prohibiendo el acceso tanto a "perros como a chinos". En 1930 Shanghai contaba con más de 3 millones de habitantes de más de 40 nacionalidades.
Esa época también tenía su ícono de la modernidad de entonces: el Bund, -nombre dado a la zona por los británicos, que aún no termina de convencer a los chinos, como tampoco que se le haya retirado recientemente la arboleda que lo flanqueaba- y perfectamente conservado hasta hoy, constituyéndose en un maravilloso conjunto de edificios que se alza altivo en Puxi, entre los que se destaca el Peace Hotel vinculado a la familia Sassoon, con su típica pirámide coronándolo, y al lado el Bank of China, la Aduana y el hoy Shanghai Pudong Development Bank (ex edificio del HSBC) con sus frescos en el techo del hall de entrada, y que enfrenta, orgulloso y Río Huangpu por medio, a Pudong, su nuevo y rutilante rival.
Al término del Bund comienza la bulliciosa y peatonal Nanjing Road, llamada Park Lane por los ingleses en sus comienzos, eclipsada en estos días por la más sofisticada Huaihai_Road
Producto de esa modernidad cosmopolita, poco es lo que se puede encontrar en Shanghai vinculado a la China tradicional, con la sola excepción del Jardín Yuyuan , en cuyos alrededores se ubicaba la Old_City, y el más moderno Templo_del_Buda_de_Jade.
Hoy, con sus veinte millones de habitantes y su su tren de alta velocidad Maglev - el único operativo en el mundo en su tipo, con vagones de primera y segunda clase, para un viaje que dura escasos minutos- que mediante levitación magnética circula entre el aeropuerto (arriba a la derecha de la foto) y el centro de Shanghai a más de 400 kilómetros por hora, la ciudad es sede de más de 250 compañías globales que integran el selecto grupo de la lista de 500 de la revista Fortune y su puerto, con un volumen de más de 500 millones de toneladas de carga es el primero del mundo.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario