"...la declinación argentina abreva en dos actitudes equivocadas respecto al valor del futuro en el presente: las dos signadas por el predominio de políticas populistas.
Cuando asumimos que el futuro nos venía dado, alardeamos que se trataba de un futuro ya escrito de grandeza, de que estábamos destinados a ser potencia y de que la culpa de nuestras frustraciones pasajeras la tenían los otros, el anti pueblo. Eran tiempos de populismo moderno, cuando el futuro asegurado permitía que en el presente gastáramos a cuenta del financiamiento externo irrestricto o de la emisión ilimitada de moneda. Era el populismo estereotipado en el Dios es argentino.
Cuando el fracaso deshizo ilusiones y, luego de sucesivos traspiés, empezamos a dudar de los espejismos que se esfumaban, llegó la hora de negarle al porvenir todo valor presente. Inauguramos la etapa, que hoy vivimos, de populismo posmoderno. El futuro ya no cuenta, y la intervención redistributiva discrecional sólo busca asegurar sensaciones en el presente. El poder cabalga el imperio de lo efímero y la política anestesia la angustia del instante potenciando la incertidumbre futura. Ya Dios no es argentino, porque Dios está muerto..."
Daniel Montamat, en El Cronista Comercial de hoy.-
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