"HABÍA PERDONADO SIN RESERVAS A SU ESPOSA Y SE COMPADECÍA DE SUS SUFRIMIENTOS. TAMBIÉN LE HABÍA OTORGADO EL PERDÓN A WRONSKY, SOBRE TODO DESPUÉS DE ENTERARSE DE SU DESESPERADA TENTATIVA. COMPADECÍA A SU HIJO Y SE REPROCHABA A SÍ MISMO NO HABERSE PREOCUPADO DE ÉL.
Y HACIA LA RECIÉN NACIDA EXPERIMENTABA NO SOLO UN SENTIMIENTO DE COMPASIÓN, SINO DE VERDADERA TERNURA. AL PRINCIPIO SÓLO PNSÓ EN ELLA POR PIEDAD, PIEDAD HACIA AQUELLA POBRE NIÑA QUE NO ERA HIJA SUYA Y A LA QUE HABÍAN OLVIDADO POR COMPLETO DURANTE LA ENFERMEDAD DE LA MADRE, TANTO, QUE HABRÍA MUERTO SEGURAMENTE SI ÉL MISMO NO SE HUBIERA PREOCUPADO POR ELLA. FUE ENTONCES, CUANDO SIN DARSE CUENTA, LLEGÓ A TOMARLE CARIÑO"
León Tolstoi, Ana Karenina, Cuarta Parte, Capítulo XVIII
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