jueves, 12 de diciembre de 2013

BARCELONA , EL PARQUE GÜEL Y EL TRENCADÍS

Barcelona se presenta al visitante como una pujante ciudad, pero al mismo tiempo como un valioso muestrario de la historia del arte europeo.

El barrio gótico, que desde la época romana ha albergado a los edificios públicos más importantes de la ciudad, y cuyo edificio más representativo tal vez sea la catedral, se encuentra delimitado por la muralla romana que lo encierra










Pero si hay un estilo que caracteriza a la ciudad como propio, es el llamado modernismo, y cuyo máximo representante fue Antonio Gaudí. Uno de los caracteres distintivos de la arquitectura modernista fue que el arquitecto no solo se encargaba de diseñar el edificio, sino que la decoración interior y exterior estaba también a su cargo. Así Gaudí, y los arquitectos modernistas catalanes  combinaron materiales desnudos y sin ningún tipo de decoración con meticulosos trabajos de hierro forjado, vidrio pintado, maderas talladas, mosaicos y azulejos.

En este último caso, llevaron a su máxima expresión artística la técnica del  trencadís -quebradizo en catalán- que a la par de tener un efecto decorativo, que resalta con la luz del sol, tenía la ventaja de repeler el agua y de mantener seca la estructura de hormigón a la que estaban adheridos.



Gaudí, un especialista en el uso del trencadís,  ya lo había utilizado en otras obras anteriores de su autoría, pero probablemente esta técnica haya alcanzado su punto más alto en el Parque Güell, donde diseñó, entre otras obras, la sala de las columnas, cuyo destino primigenio era alojar un mercado y la gran plaza seca que se encuentra encima de ella



donde se encuentra el motivo más famoso y conocido del parque, el gran banco ondulante de ciento cincuenta metros de longitud, que si bien muchos atribuyen al gran arquitecto, fue sin embargo, obra de su colaborador Josep Pujol.-






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