Los Kirchner vinieron del "mar y del frío", recorriendo el camino inverso que nos proponía el presidente Alfonsín, cuando quería trasladar la capital argentina a Viedma.
Gobernaron doce años -fueron una "pareja política"- Santa Cruz -una provincia donde el 90% de las transferencias federales de fondos se utilizaban para pagar suelos- con mano férrea y "mesa chica": Néstor, gobernador, su esposa, senadora y diputada nacional, la hermana Alicia, Julio De Vido, Ricardo Jaime y la "eminencia jurídica" Carlos Zannini.
Para ello llevaron adelante dos reformas constitucionales en cuatro años y modificaron la ley electoral de modo de dejar casi sin representación a la oposición.
En cuanto a la justicia, destituyeron al procurador, quien todavía pelea por su reincorporación, sin éxito, pese a contar con un fallo de la Corte Suprema que así lo ordena, y se rodearon de un poder judicial absolutamente dependiente.
Del manejo discrecional de los fondos públicos, el famoso plazo fijo, constituído con los fondos recibidos por las reliquidación de las regalías petroleras y depositado en el exterior, del que nunca rindieron cuentas, es un ejemplo.
En 2003, desconocido en casi todo el país, con audacia, Néstor Kirchner aceptó la candidatura presidencial que le ofreció Eduardo Duhalde, convirtiéndose en presidente, pese a haber salido segundo, con poco más del 22% de los votos, ya que su oponente, el ex presidente Carlos Menem, quien había triunfado en la primera vuelta, cometió la irresponsabilidad institucional de no presentarse a la segunda.
Frente a esa baja representatividad, sin duda legítima, Néstor Kirchner con cálculo reemplazó a la "mayoría automática" de la corte menemista, para luego establecer alianzas con los organismos de derechos humanos, el grupo mediático Clarín y el sindicalista Hugo Moyano, y dos años después de asumir, se desembarazó de su mentor Eduardo Duhalde y se apropió políticamente de la provincia de Buenos Aires.
Con audacia, comenzó a falsear las estadísticas oficiales, y reeditando la sociedad política, impuso, para sucederlo, la candidatura presidencial de su esposa.
A poco de asumir, cometieron el primer error de cálculo, el conflicto con el campo.
Lo remontaron con iniciativas legislativas que nuevamente pusieron de manifiesto la audacia y cálculo de la pareja, y luego del inesperado fallecimiento de su esposo, la presidenta fue reelecta por un nuevo período, por una amplia mayoría, conmovida por su dolor.
A partir de ese momento, a la combinación de audacia y cálculo, que había dado buenos resultados en el pasado, le sucede una seguidilla de errores de cálculo, como por ejemplo la ley de medios, que termina la alianza con Clarín, herida desde la "crisis del campo", la ruptura de la CGT, que termina la alianza con Hugo Moyano y especialmente las leyes para "democratizar de la justicia", con el objetivo de controlarla, lo que de haberse concretado, habría sido la antesala para una reforma de la constitución, con el único objetivo de establecer la reelección indefinida, siguiendo en todo esto el modelo que tan bien había funcionado en Santa Cruz.
¿Por qué incurrieron en esos errores de cálculo?
Por una cuestión fundamental: por no comprender que la sociedad argentina es mucho más compleja que la del ex "feudo" santacruceño.
Especialmente los grandes centros urbanos, a diferencia de lo que ocurre en Santa Cruz, no dependen en el mismo grado ni del empleo público ni del asistencialismo para su disciplinamiento político.
Y si bien miró para otro lado frente a hechos de corrupción -como sucedió durante las dos presidencias de Carlos Saúl Menem- rechazó claramente en agosto, y seguramente lo ratificará en octubre, la posibilidad de promover un gobierno autoritario.-
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*La destacada ensayista e intelectual argentina Beatriz Sarlo ha escrito "La audacia y el cálculo" , Edit. Sudamericana, Buenos Aires, 2011.-
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