Creo haber contado que luego de que me "firmaran la libreta", en 1972, y libre ya de las obligaciones militares, y no queriendo ser una carga para mi familia, que me mantenía mientras estudiaba en la universidad, comencé a buscar trabajo.
Finalmente lo conseguí a mediados de 1973 en la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.
Un corte en las tareas -trabajaba de 12 a 19- era ir hasta la London City, distante solo media cuadra, a tomar el te de la tarde, a veces con quien luego sería mi novia, mi esposa y ahora mi ex, que también trabajaba en esa época en la municipalidad porteña.
A comienzos de 1974 ingresé por concurso al Banco Hipotecario nacional, comenzando mi carrera en la banca, que se prolongaría por casi treinta años hasta 2002.
En aquella época, los bancos trabajaban de 11.45 a 19.15, por lo que tomaba mis clases en la facultad de 8 a 10 de la mañana, y luego, para hacer tiempo hasta el horario de entrada venía caminado hasta el centro, algo menos de veinte cuadras.
Casi todos los días me detenía en la London, camino al banco, a tomar mi brunch plebeyo, atendido la mayoría de las veces por un inolvidable mozo gallego -nunca supe su nombre- encasquetado con el típico birrete militar, que retrasmitía los pedidos con un vozarrón de aquellos.
Con los años, dejé de frecuentarla, hasta hace poco que volví.
Ya no estaba el mozo de antaño...
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