Después de la muerte de Jesús, sus apóstoles se dedicaron a predicar en medio de persecuciones, Esteban fue el primer mártir, siendo apedreado en Jerusalén por enseñar en contra de las costumbres de Moisés y el Templo.
Salvo Tomás, que se adentró en la India, donde fue muerto a lanzasos, la mayoría lo hizo en el mundo conocido (primero Asia menor y Grecia, luego Roma y el norte de África).
Todos ellos murieron propagando la Fe, a excepción de Juan, quien fue lanzado a un caldero hirviente en Roma, salvando milagrosamente su vida, de allí fue enviado a trabajar en las minas de la prisión de Patmos, donde escribió el Libro del Apocalipsis; posteriormente fue liberado, y pasó sus últimos días Éfeso, en la actual Turquía, donde murió a avanzada edad, según la tradición.
É F E S O
"Mujer, he ahí tu hijo" (Juan 19:26), y luego le dice a Juan: "He ahí tu madre" (Juan 19:27).
En el tiempo que San Juan se instaló en Éfeso, esta era una importante ciudad, que contaba con una comunidad cristiana establecida, siendo una de las siete iglesias a las que el apóstol envía su Libro, y San Pablo, quien estuvo allí antes de la llegada de Juan, les dirigió una epístola a los efesios.
Allí murió, y, según la tradición, está enterrado en sus proximidades, donde -otra vez- Justiniano y Teodora construyeron una basílica.
Desde finales del siglo IV comienzos del V se construyó en Getsemaní -Jerusalén- una iglesia en el lugar que la tradición situaba la tumba de la Vírgen.
Durante el siglo XIX las visiones de la monja alemana Ana_Catalina_Emmerick situaron en las cercanías de Éfeso una casa, donde la Madre de Cristo habría pasado sus últimos años, acompañada por San Juan, lo que se refuerza por la cita de las Escrituras y por el hecho que el apóstol vivió y murió en la zona.
En su interior una imágen es venerada por los peregrinos que llegan hasta allí.
Tres Papas -Paulo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI- la visitaron, y el hecho que, años atrás, un gran incendio forestal se detuvo a pocos metros de la misma, refuerza entre los visitantes el carácter santo del lugar.-
“Estaban de pie junto a la Cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre,
María de Cleofás y María Magdalena. Al ver a su madre y a su lado al discípulo a
quien él quería, dijo Jesús: Mujer ahí tienes a tu hijo. Luego dijo al
discípulo: Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora la acogió el discípulo en
su casa” (Jn. 19,25-27).
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