No se trata, ciertamente, de la Viena geográfica o política arrasada durante la Gran Guerra, sino de un simbólico imperio del espíritu -del que, entre otros, también formaron parte Gluck, Mozart, Schubert y Beethoven-, de una forma de vida y de entender el mundo que eclosiona en 1918, generando un vértigo que provoca un desamparo existencial.
Hugo Francisco Bauza | LA NACION de hoy.-
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