viernes, 7 de febrero de 2014

DEBERIAMOS VOLVER A LA NO REELECCIÓN PRESIDENCIAL INMEDIATA Y AL MANDATO DE SEIS AÑOS

La primera reelección presidencial, a continuación de un período cumplido, fue consagrada por la reforma constitucional de 1949, durante el primer gobierno de Juan D. Perón. La misma fue derogada por el gobierno revolucionario que lo derrocó en 1955, el que, con reformas menores, volvió a la constitución histórica de 1853, que no permitía la reelección presidencial a continuación de un mandato cumplido.

Una nueva reforma, efectuada en 1972, según un proyecto de destacados constitucionalistas de variadas tendencias, en los finales del gobierno de la llamada "Revolución Argentina", volvió a permitirla, y redujo el mandato presidencial de 6 a 4 años.  

En la restauración democrática 1983, se volvió a la constitución de 1853 y a los seis años de mandato sin reelección inmediata.

En 1994, por el llamado "Pacto de Olivos", el ex presidente Raúl Alfonsín y el entonces presidente Carlos Menem, pactaron una reforma constitucional, que entre otras disposiciones fijaba nuevamente el mandato presidencial en cuatro años, con una sola reelección inmediata.

Como se ve, el tema de la reelección inmediata fue y vino entre nosotros desde la segunda mitad del siglo XX.

La práctica institucional argentina ha demostrado que, la posibilidad de una reelección, lleva al presidente elegido a trabajar desde el primer día de su gobierno para quedarse el máximo posible en su cargo, dedicando sus afanes a gobernar para el corto plazo, con medidas de corte populista, abandonando las políticas de estado.

El segundo gobierno de Carlos Menem, quien incluso trabajó para una re-reelección -imposible desde el punto de vista constitucional- y el de Néstor y Cristina Kirchner son claros ejemplos de esta "praxis"

Para evitarla, se debería volver a la constitución histórica: 6 años de mandato, con comicios cada dos años para legisladores y gobernadores, sin reelección inmediata.

El período presidencial de cuatro años, con una reelección, como en los EE.UU., fue ajeno a nuestra tradición republicana, y se instituyó, basado en el argumento que seis años eran demasiado para la crónica "impaciencia institucional" argentina.

Como se vio con el abrupto final del presidente Fernando de la Rúa en 2001, un período de cuatro, del que había transcurrido más de un 50% a ese momento, incluso con la posibilidad de que el jefe de gabinete de ministros pudiera pertenecer a la oposición, no pudo evitar su caída.

Un período de cuatro años sin reelección, como en Chile, puede ser insuficiente para llevar a cabo una agenda de gobierno, como le sucedió a la presidenta Michel Bachelet en su primer mandato.

En suma, seis años parecen suficientes para llevar adelante políticas de estado, y la no reelección, un antídoto contra el populismo, tan arraigado, lamentablemente, entre nuestros gobernantes y votantes.-

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