Con la impunidad que parece haberle otorgado el premio Nóbel, Mario Vargas Llosa vuelve a pontificar sobre un tema no literario.
Ahora lo hace sobre la Viena de fin de siecle, en un articulo publicado el 17 de setiembre en La Nación titulado "El joven Popper en el esplendor de Viena"
Ya desde el título, la palabra "esplendor" anticipa la visión que Vargas Llosa tiene de la capital austríaca a comienzos del siglo XX:
"...una sociedad multicultural y multirracial, cosmopolita, de efervescente creatividad literaria y artística, espíritu crítico e intensos debates intelectuales y políticos. Allí debió gestarse la idea popperiana de la "sociedad abierta" de la cultura democrática contrapuesta a las "sociedades cerradas" del totalitarismo"
El problema es que la "cultura democrática" que Vargas Llosa le atribuye a la ciudad, encuentra serios cuestionamientos en "La Viena de Wittgeinstein" de Allan Janik y Stephen Toulmin, Taurus, 1998, donde esta visión idílica es reemplazada por una realidad mucho más cruda, como por ejemplo el accionar de Georg_Ritter_von_Schonerer, del Movimiento Nacionalista Alemán del Imperio de los Habsburgo, quien rechazó los ideales iluministas, reemplazándolos por la voluntad de poder y a su vez no dudó en utilizar la coacción física como una forma de hacer política, hecho este último absolutamente novedoso en la vida política austríaca. Schonerer sumaba además a estas dos características mencionadas un acendrado pangermanismo -que lo había llevado sesenta años antes del Anschluss a proclamar en el parlamento austríaco su anhelo de formar parte del Imperio Alemán- y un marcado rechazo hacia los eslavos del imperio, a quienes consideraba inferiores y bárbaros, frente a los alemanes ilustrados y culturalmente superiores.
Vargas Llosa idealiza también la vida de los judíos en la capital imperial:
"En la Viena de su juventud -la Viena Roja-, prevalecía un socialismo liberal y democrático que propiciaba el multiculturalismo, y muchas familias judías integradas, como la suya, ocupaban posiciones de privilegio en la vida económica, universitaria y hasta política"
Nuevamente volvemos a la obra citada, para poner el tema en perspectiva, y así nos encontramos con Karl_Lueger, varias veces alcalde de Viena, del Partido Social Cristiano, "un demagogo oportunista", quien hizo suyo el discurso antisemita, si bien más social y económico que fanático y doctrinario:
"Me desagradan los judíos húngaros incluso más que los húngaros, pero no soy enemigo de nuestros judíos vieneses; no son tan malos y no podemos arreglárnoslas sin ellos. Mis vieneses quieren siempre tener un buen descanso; los judíos son los únicos que siempre quieren estar activos" (op.cit. pág.66)
Por último, y si todavía cabe alguna duda "de las fuerzas deshumanizadoras que operaban en Viena" (op. cit. pág.83) contrastando con la visión de Vargas Llosa, Adolf Hitler la veía como "la escuela más dura, pero la más completa" (Mein kampf, pág. 162)...
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