La región de Capadocia se encuentra en el centro de Turquía, a aproximadamente 900 kilómetros de Estambul y a unos 400 kilómetros de la capital Ankara, en dirección este en ambos casos.
Luego de paisajes montañosos tapizados de bosques de pinos y de bordear el inmenso lago Salado, vasta depresión salina, se ingresa a la región de Capadocia por una de las legendarias Caravanas de la seda de la antigüedad.
Las primeras vistas que recibe el viajero, con sus cañadas, valles, colinas y motañas fuertemente erosionadas y las célebres chimeneas de las hadas de Urgup, las que cuales fantasmagóricos dedos se elevan sobre la superficie, coronadas por una piedra en su cima, cuya estabilidad en ese lugar es imposible de creeer, lo transportan inmediatamente a un pasado geológico.
Pero a poco que se vaya recorriendo la comarca, emergen con toda fuerza los restos de una civilización troglodita, cuya voz resuena con fuerza todavía a través de las maravillosas manifestaciones culturales que nos ha legado.
Así en el Valle del Goreme se encuentra el mayor complejo ocupacional de esta cultura, compuesto por innumerables elevaciones horadadas, en las que sus habitantes no solo desarrollaban su vida doméstica, sino también daban rienda suelta a sus cosmovisiones, habiendo quedado como testigo de ello maravillosas capillas domésticas del siglo XI con pinturas rupestres religiosas en un estilo algo naive, pintadas con tintes vegetales.
Esta zona, en medio de la ruta que seguían los invasores asiáticos, llevó a sus habitantes a desarrollar complejas estrategias de defensa sobre tierra y subterráneas. Mudo testigo de las primeras es la vasta fortaleza de Uchistar, la que funcionalmente no difiere para nada de un castillo europeo medieval, a no ser por el hecho que es un elevado peñasco horadado por múltiples cuevas, desde donde se tenía una privilegiada visión de todo el valle. Detectado el peligro de invasión, los habitantes para protegerse se desplazaban inmediatamente con sus familias y bienes hacia vastos complejos subterráneos como el de Ozconak, los que podían tener hasta nueve niveles de profundidad, perfectamente ventilados, dejando en la superficie, para despistar, solo a algunos ancianos y un poco de alimento para los invasores.
Pueblos como Avanos mantienen aún vigente la tradición alfarera y textil, especialmente de maravillosas alfombras de lana y seda.
Capadocia es también la tierra de los derviches danzantes, secta mística musulmana sufi surgida en el siglo XII, caracterizada por sus colores negro y blanco -los opuestos-, sus altos gorros y por las danzas giratorias que acompañan su liturgia.
Finalmente Capadocia está, como dijimos, sobre una de las antiguas Caravanas de la seda, mítica ruta que comenzaba en China, pasaba por la India y luego de ramificarse en varias direcciones terminaba en el Mar Negro, constituyéndose en una de las más antiguas vías comerciales del mundo. En lo que podría llamarse hoy como un apoyo gubernamental al comercio, los sultanes construyeron en el siglo XIII los llamados Caravanserai, palacios de las caravanas literalmente, como el de Aciksaray por ejemplo, especies de postas donde hombres y bestias se ponían al reparo de salteadores y lobos durante las noches y en las que también había en el centro una pequeña mezquita y minarete -todo en uno- donde efectuaban sus oraciones.-
7 comentarios:
El comercio hace maravillas...
sorprendente claude
fíjese que hoy por ejemplo se sostiene que el islam es antiglobalización, sin embargo hace setecientos años, los sultanes la facilitaban....
Nunca se puede perder el asombro con la riqueza arqueológica de Anatolia.
así es marcos. el museo de las civilizaciones anatólicas de ankara es maravilloso -construído en lo que fue un bazar del siglo XV- especialmente las colecciones de la época hitita (años 1450-700 ac), pueblo que, por ejemplo construyó los primeros carros de hierro tirados por caballos, lo que los hacía prácticamente invencibles en las batallas, salvo contra los egipcios, que para minimizar esa ventaja, los llevaron a un pantanal, donde los carros se encajaron.-
Siempre trato de mantenerme dentro de lo prosaico, pero suelo soñar con que la lógica del mercado (negociar, acordar, firmar, cumplir y recibir a cambio el beneficio estipulado) sea aplicable también a la política vernácula y las relaciones internacionales.
Lamentablemente no podemos esperar eso de gobiernos cuya prioridad es el capricho de poder, basado en la imposición, que es la negación del negocio (en el sentido económico y jurídico).
Este post me llamó mucho la atención como caso de una infraestructura (con templos y todo) creada en torno al comercio entre pueblos.
También me gustó mucho la perspectiva histórica, que nos informa una especie de ALCA islámico y antiquísimo, algo reñido con las típicas explicaciones actuales del conflicto Occidente-Oriente.
Está bueno distinguir entre historia (registro del pasado) y periodismo de opinión (adivinación del presente).
me faltan palabras para agradecer este post...
claude: creo que su "sueño" es el de muchos, yo incluído. no hay que perder las esperanzas.
en cuanto a mi mi credo historiográfico es el de benedetto croce: "toda historia es historia contemporánea"
marta: me alegro que te haya gustado.
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