El nacimiento de la aviación comercial fue letal para la actividad de los grandes cruceros, ya que rápidamente la ecuación costo-tiempo de traslado se tornó imposible de comparación.
Así fue que en los últimos tramos del siglo XX , el mar Caribe y el Mediterráneo fueron casi los últimos bastiones donde fastuosos navíos ofrecieron cruceros de no más de siete días a un público procedente de los más variados sitios y con el suficiente poder adquisitivo para sumar a los costos del crucero los atinentes al traslado de ida y vuelta por vía aérea hasta y desde el puerto de embarque.
Pero en los últimos 20 años el “crucerismo” tuvo un inesperado renacimiento de la mano de un nuevo concepto “llevar los barcos a los lugares donde se encuentra la demanda”.
En todos los casos la formula es la misma: barcos con capacidad para cuatro o cinco mil pasajeros, servicios apuntados esencialmente para la clase media , con poca navegación y mucho puerto o escala intermedia, ya que todo el tiempo que el pasaje pasa en tierra no origina gasto a bordo.
Las empresas se ufanan de contar con tripulaciones tan numerosas que guardan una relación de un tripulante por cada tres pasajeros, pero en la práctica esas tripulaciones tienen muy poco de “marineras”: a la hora de un problema se comportan como el resto de los pasajeros, siendo que la tripulación netamente marina no supera -en el mejor de los casos- las 100 personas.
El otro secreto para que el negocio naviero cierre es la calidad de la tripulación. Normalmente se toman algunos recaudos a la hora de contratar al capitán y al jefe de máquinas (máximos responsables del barco) y a algunos oficiales. En tanto, al resto de la tripulación se lo integra con nacionales de países con muy pobres estándares de capacitación.
El accidente del Thomson Majesty, ocurrido el pasado domingo en las Islas Canarias, en ocasión de realizarse una práctica rutinaria de arriado de embarcaciones salvavidas, nos debe llevar a una contundente conclusión. El personal del buque no estaba capacitado para la tarea. No es un dato menor que entre los fallecidos se cuenten indonesios, filipinos, ghaneses y griegos. Además el buque, si bien pertenecía a una firma inglesa , porta bandera de conveniencia de Malta.
Si bien el tema da para mucho más, como cierre y a modo de ayuda para el turista que se aventura a surcar los mares en busca de nuevas experiencias, permítaseme acercar los siguientes consejos:
- Cuando contrate un crucero hágalo siempre con empresas de reconocimiento internacional
- Si zarpa del Puerto de Buenos Aires, chequee ingresando a la página web de la AGP (Administración General de Puertos) el día y hora oficial de la zarpada y regreso, y por sobre todo, quién es el agente marítimo del buque, ya que el agente marítimo es el representante legal de la naviera en el puerto local.
- Lleve con usted los teléfonos de la terminal portuaria, la Prefectura Naval y el agente marítimo, y ante la menor irregularidad ponga en conocimiento a las autoridades.
- Exija hablar con el capitán de la nave ante una situación irregular, no se quede con la explicación que le pueda brindar un camarero o un instructor de alguna actividad recreativa. El capitán está a su servicio No es un Dios, es el responsable de su seguridad.
- Participe de todas las actividades relacionadas con los simulacros de abandono y demás tareas relacionadas con su seguridad y la de su familia.
FERNANDO MORALES, INFOBAE DE HOY.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario