"Un inglés no viaja para ver ingleses"
Laurence Sterne (1713-1768), "Viaje sentimental por Italia y Francia"
"Hay que concederles esta cualidad a lo ingleses, a saber, que desde hace mucho tiempo saben apreciar lo que es bueno y tienen una grandiosa manera de difundirlo"
Johann W. Goethe (1749-1832), "Viaje por Italia"
El Grand Tour era el viaje iniciático que emprendían en Inglaterra desde el siglo XVI los hijos de las familias aristocráticas -los viajeros- para "ver el mundo"; esto era recorrer las ciudades clásicas, sus monumentos, su historia. El itinerario típico solía abarcar Francia, Italia -solo hasta Roma-, los Países Bajos y Suiza.
A partir del siglo XVIII, con la revolución operada en los medios de transporte, debido especialmente a la aparición de los buques de vapor y del ferrocarril, éste alcanzó su punto culminante, pero también la revolución industrial puso en el centro de la escena una nueva clase de viajeros: los burgueses enriquecidos, quienes no solo siguieron a los aristócratas en sus derroteros, sino que lo hicieron también con la misma aspiración de cultivarse.
Este obrar no solo se verificó en la burguesía europea, sino que también fue seguido por los nuevos ricos norteamericanos -especialmente de la costa este, y de los cuales Henry James (1843-1916) nos ha dejado retratos imborrables como por ejemplo en "La copa dorada"- quienes comenzaron a cruzar el Atlántico norte no solo para cultivarse sino también para adquirir obras de arte para alhajar sus nuevas mansiones, contruídas mayormente según modelos europeos eclécticos, ingleses, franceses e italianos.
Mark Twain, uno de estos norteamericanos viajeros, dio el tono a la época, al denominar a este período "La época dorada" (The golden age).
Pero también entre nuestras elites decimonónicas se verificó ese "clima de época", pese a que la distancia a Europa era mayor desde Buenos Aires que desde la costa este de Estados Unidos. Pero ese no fue el único destino, sino que también se incluyó a los Estados Unidos y a diversos países hermanos.
En tal sentido, el viaje emprendido por Alberdi a Europa en 1843 ("Viajes y descripciones" publicado en el Folletín de El Mercurio de Chile) y el de Sarmiento en 1845 desde Valparaíso, Chile, que atravesando el estrecho de Magallanes, lo llevó a Europa, el norte de África y Norteamérica ("Viajes en Europa, África y América", 1849), pueden considerarse como antecedentes en esta materia, y serían seguidos por otros compatriotas -me voy a referir solo a los que dejaron escritos sobre el viaje- como Miguel Cané (padre) entre 1847 y 49, quien partió hacia Europa desde Montevideo, donde esperaba la caída de Rosas, dejando una memoria a su familia de su travesía, y ya más cerca del fin de siglo, lo hicieron su hijo Miguel ("En viaje", 1884), Eduarda Mansilla ("Recuerdos de Viaje", 1882), Ernesto Quesada ("Un invierno en Rusia", 1888), libro cuyo mérito literario consiste, según sus propias palabras, "en ser el primero en que un americano del sur ha reunido sus impresiones de viaje por el vasto imperio ruso) y Paul Groussac "Del Plata al Niágara", 1897).
Pero a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, otro grupo de aristócratas ingleses comenzaron a pasar los meses de invierno en la Costa Azul, especialmente en Niza -cuya Promenade des anglais, la avenida que ellos mandaron construír y que es la más emblemática de la ciudad, lo recuerda-, dando lugar a una nueva categoría arquetípica: el turista, o sea el viajero por placer, cuya acepción inglesa "tourist"
"aparece en los diccionarios ingleses tan solo en el siglo XIX"
Viajeros y turistas, ver y mirar, constatar o descubrir, dos categorías que aún hoy recorren el mundo.-
4 comentarios:
Qué de tiempos aquellos, todos con ánimos de aventura y múltiples empresas. Ahora la juventud adinerada y "noble" iría a Europa a visitar sus pubs y bares, y quienes se pasaran por Rusia tomarían el camino etílico con seguridad.
Capaz lo más cercano que tenemos a aquello sea la idea de que para los 15 años se mandan a las niñas a Orlando Florida jeje. A conocer la nada claro, a divertirse que a esas es sinónimo de la nada.
es cierto lo que señalás de los 15 años y el viaje iniciático a disney iván. en fin, que algo es algo...
a propósito, un colega del banco, mayor que yo, me decía -créase o no- absolutamente convencido que para que ir a europa, si en epcot estaban todos los paises uno al lado del otro, y que en las vegas visitando los hoteles temáticos podías estar en egipto, roma, venecia, la inglaterra del rey arturo, el lejano oeste, sin necesidad de grandes desplazamientos...
Que buen post Hugo. Excelentes frases las de Laurence Sterne y Johann Goethe.
Mi padre, cuando nosotros eramos niños, nos hizo recorrer buena parte de nuestro gran País y de algunos de los vecinos. Siempre nos decía "miren, y miren bien, más allá de lo que puedan ver, y aprendan". Algo que nos ha quedado marcado y aún practicamos.
Saludos Santiagueños.
entonces los king fueron y son viajeros, no simplemente turistas jorge.
lo prueban tus descripciones del chaco paraguayo por ejemplo...
Publicar un comentario