sábado, 13 de octubre de 2007

La popularidad de Mitre

En lo personal tengo sentimientos encontrados acerca de la personalidad del general Bartolomé Mitre.

Siempre preferí más al Mitre intelectual, en sus múltiples facetas como jóven traductor de la Divina Comedia, novelista, historiador, coleccionista, numismático, periodista, que al Mitre político, el que siempre se me presentó como muy irreductible en sus ideas, como por ejemplo cuando bloqueó, siempre que le fue posible, la candidatura presidencial de don Bernardo de Irigoyen, probablemente uno de nuestros más grandes estadistas, por el solo hecho que de jóven había sido secretario privado de Rosas o cuando decretó poco menos que el ostracismo intelectual del poeta Guido y Spano por ser uno de los pocos que en Buenos Aires se opusieron a la guerra contra el Paraguay o cuando elogió en privado a Adolfo Saldías por su "Historia de la Confederación Argentina", pero le aseguró que nunca lo haría en público, ya que en esa obra se revalorizaba a Rosas, a quien había combatido durante su juventud .

Lo que no puedo dejar de reconocer sin embargo, fue la inmensa popularidad y el respeto que lo acompañaron, especialmente durante los últimos años de su vida.

Un día Pellegrini estaba hablando con otra persona y pasó cerca de ellos don Bartolo. "Deje pasar a la señora" le dijo a su interlocutor. Indignado éste lo recriminó por la falta de respeto al general, a lo que el Gringo le respondió: "¿Es que acaso la Patria no es una dama?"

Como en su momento lo fue el duque de Wellington para la política inglesa, Mitre era la fuente de consulta para todos los políticos de su época. Cuando Roca negociaba la unificación de la deuda pública, con la garantía de los ingresos aduaneros, había una completa oposición a la medida de parte de todos los sectores políticos, a excepción de Pellegrini. Roca lo fue a ver al general, para pedirle que convenza a los disconformes ya que estaban equivocados, a lo que este le respondió: "Cuando todos se equivocan, todos tienen razón". Roca recapacitó, y dio marcha atrás con la medida, dejando a Pellegrini solo y desairado, lo que puso fin a una amistad personal y política entre ambos hombre públicos, que venía de años.

Cuenta Adolfo Bioy Casares que Don Fernando Burgos no sabía leer. Su nieto le leía el Martín Fierro. El padre de Bioy, quien presenciaba la escena, le aclaró a Don Fernando que ese libro que le estaban leyendo era de José Hernández, a lo que Don Fernando le respondió: "No si es muy lindo. Lo escribió el general Mitre. Es tan lindo que nadie más que el general Mitre podría haberlo escrito"

Cuando Mitre era ya muy anciano, falleció a los ochenta y cinco años, una copla popular cantaba:

Cuando mueran don Bartolo
don Bernardo* y don Vicente**
este país quedará solo
por más que haya mucha gente



* de Irigoyen **Lopez



3 comentarios:

Claude dijo...

Ud. debería tener una columna en una revista dominical, Hugo, para que la gente lo disfrute tranquila.
Hay una anécdota que cuenta creo que Manuel Gálvez. Mitre era niño y su padre (creo que se llamaba Ambrosio) lo envió a la estancia modelo de Rosas para que aprendiera las labores del campo y la administración rural, y al poco tiempo Rosas lo devolvió con esta nota (cito de memoria y seguramente con errores): "Ahí le devuelvo el chico, don Ambrosio. Nunca va a ser nada. Cada vez que encuentra un árbol se baja del caballo y se pone a leer".

hugo dijo...

buenísimo, claude. ya mismo lo anoto. muchas gracias.

sobre lo de la columna dominical, usted es muy perspicaz, ya que se dio cuenta cuando intercalo estos textos en mi blog...

Marta Salazar dijo...

muy bueno tu artículo Hugo, mil gracias!