sábado, 20 de diciembre de 2025

"Los límites con los que se choca el imperio libertario"

 HOY

La economía y la política volvieron a demostrarle a Milei la complejidad de gestionar el poder que ganó en las urnas

El 3 de diciembre Javier Milei habló con la energía desbordante que suele aplicar cuando defiende sus principios: “Los que me están pidiendo que compre reservas me están pidiendo que arruine la vida a los argentinos” 

Doce días después hizo exactamente lo contrario.

El anuncio de un plan de acumulación de reservas internacionales y el ajuste por inflación de las bandas cambiarias fue la consecuencia de un primer gran límite con el que se topó Milei después del triunfo electoral del 26 de octubre. Resulta, además, una prueba más de su proverbial pragmatismo. Una cosa es la manifiesta vocación de “acelerar” y otra no frenar cuando enfrente aparece una pared. 

Milei y el ministro Luis Caputo se resignaron a ajustar el plan después de la decepcionante colocación de deuda de la semana anterior, a una tasa del 9,2%. El mercado no les creyó. En línea con el reclamo del Fondo Monetario Internacional (FMI), desbarató la tesis presidencial de que podía pagar los vencimientos de 2026 con nuevo endeudamiento y que, por eso, no necesitaba atesorar reservas en el Banco Central. El amigo Donald Trump no apareció esta vez a ayudarlo. “El viaje monetario del señor Milei no ha terminado”, sintetizó la noticia el semanario liberal The Economist

Un segundo límite se materializó unas horas después en el Congreso. La sensación de que no queda nadie en pie en la oposición llevó a La Libertad Avanza (LLA) a empujar una agenda reformista de alta intensidad sin el más mínimo debate. 

Con un espíritu de “ahora o nunca”, Milei ordenó incluir en el presupuesto la derogación de las leyes de financiamiento a las universidades y a las políticas de discapacidad. Casi una venganza: le iba a hacer pagar a “la casta” la herejía de haberle impuesto esos proyectos en medio del año electoral

El capítulo completo fue rechazado por una mayoría. No le alcanzó al Gobierno con la pirueta de ocho diputados a los que sus gobernadores les pidieron avalar la eliminación de las leyes que habían apoyado no una sino dos veces este mismo año.

Ahora en el proyecto de presupuesto aprobado no salen las cuentas. Milei bramó cuando se enteró de lo que había quedado en pie: “Así no cierra el superávit fiscal”. 

Patricia Bullrich se propuso complacerlo con un debate exprés de la reforma laboral de 197 artículos que no incluyó una negociación seria con los sindicatos ni con las centrales empresariales.

Los senadores prometen darle apoyo a la reforma laboral, pero en el Gobierno crece el temor de otro triunfo pírrico con una ley recortada en artículos esenciales. El trámite irá finalmente a otro ritmo. 

El ansia imperial es incompatible con las fastidiosas manías del sistema republicano. 

MARTÍN RODRÍGUEZ YEBRA, LA NACIÓN 

 

 

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