"...siempre es terrible ver a un hombre que se cree absoluta y seguramente solo, pues hay en él algo de trágico, quizá hasta de sagrado, y a la vez de horrendo y vergonzoso. Siempre llevamos una máscara que nunca es la misma sino que cambia para cada uno de los papeles que tenemos asignados en la vida...
...Pero ¿que máscara nos ponemos o qué máscara nos queda cuando estamos en soledad...Acaso el carácter sagrado de ese instante se deba a que el hombre está entonces frente a la Divinidad, o por lo menos ante su propia e impacable conciencia. Y tal vez nadie perdone el ser sorprendido en esa última y esencial desnudez de su rostro, la más terrible y la más esencial de las desnudeces, porque muestra el alma sin defensa"
ERNESTO SÁBATO, SOBRE HÉROES Y TUMBAS, II LOS ROSTROS INVISIBLES, XX
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