EN EL VERANO DE 2001 VISITÉ EL PARQUE NACIONAL KRUGER, EN
SUDÁFRICA, UBICADO A 550 KILÓMETROS DE DISTACIA DE JOHANNESBURGO. ES LA RESERVA
DE ANIMALES SALVAJES MÁS GRANDE DEL PAÍS, CON UNA SUPERFICIE DE CASI 19.000
KILÓMETOS CUADRADOS, UN POCO MENOS QUE LA PROVINCIA DE TUCUMÁN.
ME ALOJÉ DENTRO DEL PARQUE, EN UN SENCILLO PERO CONFORTABLE
BUNGALOW.
DEBIDO AL CALOR DEL VERANO Y A LOS HÁBITOS DE LOS ANIMALES,
LOS SAFARIS FOTOGRÁFICOS SE HACÍAN MUY TEMPRANO EN LA MAÑANA, LO QUE HACÍA QUE
SALIÉRAMOS ANTES DEL AMANECER Y AL ATARDECER.
POR LO QUE AL FINAL DEL DÍA, ME ENCONTRABA FELIZ POR LOS
AVISTAMIENTOS –TUVE LA SUERTE DE CONTAR CON UN BUEN GUÍA, POR LO QUE PUDE
FOTOGRAFIAR A LOS “CINCO GRANDES” (BÚFALO, ELEFANTE, LEÓN, RINOCERONTE Y
LEOPARDO)- PERO CANSADO.
A UNOS DOSCIENTOS METROS DEL BUNGALOW SE ENCONTRABA UN
PEQUEÑO CENTRO COMERCIAL Y UN RESTAURANTE, A DONDE IBA A CENAR, Y AL QUE SE
LLEGABA CAMINANDO POR UN CAMINO DE TIERRA, EN EL MEDIO DE LA OSCURIDAD Y DE LOS
RUIDOS DE LOS ANIMALES, LO QUE ME PARECÍA UNA VERDADERA AVENTURA, PERO NADA
COMPARADO CON LO QUE ME PASÓ UNA NOCHE.
LUEGO DE CENAR, DESANDE EL CAMINO DE REGRESO A MI BUNGALOW, Y,
CANSADO COMO ESTABA, ME DORMÍ CASI ENSEGUIDA.
A LA MEDIANOCHE ME DESPERTARON LO RUGIDOS DE UN LEÓN, TAN
POTENTES, QUE ME PARECÍA QUE ESTABA EN LAS INMEDIACIONES, POR LO QUE ENCENDÍ TODAS LAS LUCES Y ASEGURÉ PUERTAS Y
VENTANAS, Y LUEGO DE UN RATO, AL CESAR, ME VOLVÍ A DORMIR.
A LA MAÑANA, DURANTE EL DESAYUNO, LE COMENTÉ AL GUÍA LO QUE
ME HABÍA OCURRIDO. EL TAMBIÉN LO HABÍA ESCUCHADO Y ME DIJO QUE PROBABLEMENTE EL
LEÓN ESTABA MARCANDO SU TERRITORIO PARA ALEJAR A OTROS MACHOS RIVALES,
ENCOTRANDOSE A UNOS DOS KILÓMETROS DE DISTANCIA.
ME EXPLICÓ ADEMÁS QUE LA POTENCIA DEL RUGIDO EN LOS MACHOS ADULTOS SE DEBE A LA
VIBRACIÓN DE UN PEQUEÑO HUESO EN SU GARGANTA.
FUE UNA DE LAS EXPERIENCIAS MÁS IMBORRABLES QUE ME
OCURRIERON EN UN VIAJE.-
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