...si el régimen soviético fue el sitio de la opresión de millones de víctimas del totalitarismo, fue también la razón de la autocontención de un capitalismo obligado a levantar un velo sobre sus pasiones más bajas y destructivas, un capitalismo que se vio así forzado a moderar la vehemencia de sus intenciones para alejar el fantasma de la revolución.
El capitalismo, cuyo mantra es la competencia, se vio impulsado por única vez en su historia ya no a crear espacios internos de competencia para sus propios actores, sino a competir con un modelo alternativo de organización de la economía, de la política y de la sociedad.
La existencia del mundo soviético obligó al capitalismo a probar que no sólo podía ser económicamente más eficiente y tecnológicamente más avanzado, sino sobre todo socialmente más justo.
El colapso del comunismo levantó esa barrera de pudor y permitió expurgar al discurso de la economía política del capitalismo de toda idea de justicia.
Aunque ésa no es la única explicación, no es posible dejar de observar el modo en que en las sociedades prósperas de Occidente las desigualdades han ido en aumento en los últimos treinta años, llegando, hoy, a niveles semejantes a los de principios del siglo pasado.
La mirada del otro funciona, siempre, a favor de la mesura, de la responsabilidad, del cuidado, y el capitalismo carece, desde hace ya mucho, de una mirada que convoque al pudor, a la voluntad de autocontrol.
ALEJANDRO KATZ, Ensayista y editor, y profesor en la Universidad de Buenos Aires, LA NACIÓN DE HOY.-
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