"Toda historia es historia contemporánea"
Benedetto_Croce
El arrollador triunfo de la presidenta Cristina Kirchner en las elecciones presidenciales del domingo pasado, se asemeja al del general Juan Domingo Perón en 1952 y al de Carlos Saúl Menem en 1995: fueron logrados en gran medida por un modelo económico, que, paradojalmente, en los tres casos, ya había dado lo mejor de sí y presentaba signos de agotamiento.
En efecto, a comienzos de 1952 el reelecto presidente Perón se enfrentó con las debilidades de una estrategia económica, que, aupada sobre excepcionales condiciones externas e internas, había permitido "la fiesta peronista" entre 1946 y 1949. Fue entonces que dio el golpe de timón: se favorecería a partir de ese momento la estabilidad a expensas del crecimiento motorizado por el consumo, la agricultura sería beneficiada en lugar de la industria y la iniciativa y capital privado -especialmente en el petróleo- tomaría el lugar del sector público.
En lo operativo, el marco descripto implicó una tregua social entre empresas y trabajadores, congelándose precios y salarios durante dos años, luego de ser reajustados, un tipo de cambio que acompañaba a la inflación y controles a las importaciones, lo que constituyó la base para una rápida y soprendente recuperación económica.
En suma, y en palabras de Juan Carlos Torre "La crisis que habría de provocar la caída del régimen peronista tuvo sus orígenes menos en la situación económica que en los conflictos políticos que el propio Perón desató" (Historia de la Argentina, página 236, Crítica, Buenos Aires, 2002)
En mayo de 1995, cuando el presidente Carlos Saúl Menem logra su reelección -posibilitada por la reforma constitucional de 1994- para un segundo mandato, el shock externo desatado por la devaluación mejicana de fines de 1994 (Efecto Tequila) había provocado una salida de capitales de los mercados emergentes, potenciado en la Argentina debido a la lógica del sistema de convertibilidad, según el cual solo se podía emitir moneda contra la entrada de divisas al país, la que se retiraba de la circulación cuando los capitales salían.
Por ello, entre finales de 1994 y junio de 1995 las reservas internacionales cayeron un 21,5%, contrayéndose la base monetaria un 19% el primer trimestre de ese año, elevándose la tasa de interés, con sus consecuencias recesivas.
Pero además del Tequila, era evidente que la Convertibilidad, debido al tipo de cambio sobrevaluado que había adoptado, generaba una creciente pérdida de competitividad a las empresas nacionales a la par que facilitaba las importaciones, lo que se tradujo en un aumento de las quiebras, de la desocupación y subocupación, agravados estos dos últimos problemas por el desmantelamiento del sector público que se privatizó, lo que no obstó para que ya en 1994 hubiera desaparecido el superávit de caja.
Frente este cuadro complicado, el reelecto presidente Menem, en vez de analizar cambios al Plan de Convertibilidad, que le eran reclamados desde distintos sectores, se abroqueló en "profundizar el modelo" y en la "re-reelección", lo que fue creando -a través de crecientes déficits de las cuentas públicas nacionales y provinciales y de las cuentas externas- las condiciones que hicieron implosionar a la economía argentina a fines de 2001 y al gobierno de sus sucesor Fernando de la Rúa.
Como se puede advertir, muchos de los desequilibrios y temas del pasado, comienzan a verificarse y plantearse en la actualidad.
"La historia fue como fue, pero pudo haber sido de otra manera"
¿Como la escribirá de ahora en más la presidenta Cristina Fernández de Kirchenr?
¿Como Perón en 1952 o como Menem en 1995?
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