sábado, 8 de enero de 2022

Buenos Aires en la primera mitad del siglo XX: O tempora, o mores...

Hasta mediados del siglo XX, Buenos Aires era, después de Nueva York, la ciudad más cosmopolita del mundo, con cantidad de librerías en lengua extranjera: Mitchell’s, Makern’s, Rodríguez y Pigmalión eran librerías inglesas. 

Algo que hoy parece inconcebible, Makern’s tenía una sucursal en la estación de trenes de Constitución, después degradada en zona lumpen. 

Por entonces viajaba gente de clase media que vivía en Adrogué y en otros pueblos del sur y compraba novelas policiales en inglés, para leer en los confortables vagones también ingleses. 

No faltaron la librería italiana, Leonardo, y la alemana ABC, en Córdoba y Maipú, donde ahora funciona una farmacia. Pero la mayor parte de librerías en lengua extranjera eran francesas. El francés era entonces el segundo idioma de los porteños cultos; y, para los privilegiados, el viaje a París, un viaje iniciático.

La librería de Harrods tenía una parte dedicada a libros ingleses y otra a franceses. La más grande librería francesa era la adjunta a la editorial Hachette, en Maipú y Rivadavia. La editorial y también librería Kraft, en Florida y Viamonte, tenía una sala de conferencias y una sección de libros franceses.

A mediados del siglo pasado, el peso argentino todavía estaba valorizado y las novedades francesas llegaban apenas al mes de publicadas en Europa y a precios accesibles.   

La decadencia de las librerías de viejo es paralela a la de las bibliotecas privadas, y ambas están determinadas por la agonía de una burguesía ilustrada y el auge de la vanguardia decorativa.

JUAN JOSÉ SEBRELLI, LA NACIÓN, HOY

 

No hay comentarios: