El drama argentino es que, ya entre 2002 y 2015, el número de personas que viven del Estado pasó de 6,1 millones a 19,6 millones, una cifra superior al doble de los aportantes del sector privado.
Nada de esto resulta sostenible sin una presión impositiva extremadamente elevada, que no ayuda a potenciar la actividad económica y la inversión.
FERNANDO LABORDA, LA NACIÓN DE HOY.-
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