jueves, 24 de febrero de 2011

MARIO BUNGE Y LA HISTORIA CONTRAFÁCTICA ENTRE LAS DOS GUERRAS MUNDIALES

En página 19 de adn cultura la nación del pasado viernes, Mario Bunge analiza contrafactualmente ¿que habría ocurrido si el sacerdote italiano don Luigi Sturzo (1875-1959) -seguidor de la doctrina social de la iglesia impartida por el papa León XIII en la encíclica Rerum Novarum y llamado por tal motivo "el socialista eclesiástico"- sellaba una alianza entre su Partido Popular (antecedente de la Democracia Cristiana) los socialistas y los partidos de centro, con apoyo externo comunista, para oponerse al fascismo? 


Así, y a través del encadenamiento de varios sucesos, Bunge llega a la conclusión que "la segunda guerra no ocurre"


Sin ánimo de introducir una discusión metodólgica, y además convencido que  "la historia fue como fue pero pudo haber sido de otra manera", no puedo dejar de remarcar sin embargo, que para que un ejercicio de historia contrafactual pueda tener visos de "realidad", no basta solo con encadenar una serie de hechos para arribar a la conclusión deseada, sino que debe haber elementos ciertos de que tales hechos podían haber sucedido.


Por ejemplo, cuando Bunge plantea la posibilidad -no basta el deseo- de una alianza antifacista en Italia, debería presentar por ejemplo fuentes tales como cartas entre los líderes, discursos, entrevistas en los diarios, que avalen que tal intención existió, con independencia de si se concretó o no, cosa que no hace.


Dejado en claro este punto, me parece más relevante analizar ¿porqué el papado no respaldó a Don Luigi y a su partido contra el fascismo, lo que obligó al sacerdote a exiliarse primero en Londres y luego en Estados Unidos "donde tomó parte activa en la propaganda antifascista"


Una vez que la dinastía turinesa de los Saboya concluyó su proyecto unificador de Italia, y privado del apoyo de las tropas francesas, que partieron a defender París durante la guerra franco-prusiana, lo único que quedó en pie de los Estados Pontificios fueron las 44 hectáreas que el nuevo estado italiano cedió al Papa Pío nono, quien en disconformidad, se recluyó en su palacio apostólico, considerándose privado se su libertad, por lo que rechazó toda posibilidad de llegar a un acuerdo con los nuevos gobernantes del nuevo reino.


Superado este período de declinación y aislamiento, durante el papado de Pío X en 1917, se toma una decisión trascendental: se codifica el Derecho Canónico -el conjunto de normas internas que regulan a la iglesia católica- que hasta ese momento se encontraba desperdigado y cuyo fin no fue otro que asegurar la centralización en Roma de las decisiones de la iglesia y la obediencia de todos los católicos del mundo al papa romano. La herramienta utilizada fueron los concordatos entre el Estado Vaticano y sus similares, inicialmente europeos, a través de los cuales "las vidas de los obispos, del clero, los religiosos y  los fieles quedaban reguladas de arriba hacia abajo, en cualquier lugar del mundo sobre la misma base".


Como un calco, los dos concordatos más significativos, el firmado con Italia en 1929 y con Alemania en 1933, establecían entre otras disposiciones, y a cambio de la subordinación total al Vaticano de los episcopados locales, la disolución en ambos países de los partidos políticos católicos.


Queda claro entonces que la pregunta que formulé más arriba, referida a la falta de acompañamiento vaticano hacia Don Sturzo y su partido católico, favoreciendo así al fascismo,  excede en mucho este caso particular, para inscribirse en una política mucho más amplia, que el papado aplicaría -o intentaría aplicar no solo en Italia, sino a escala mundial.

En suma, el primer paso de la construcción contrafáctica de Bunge cae, por cuanto, por lo dicho, la política vaticana de la época no era promover la existencia de los partidos católicos -y tampoco existen documentos conocidos que prueben lo contrario o que esta era otra posibilidad- por lo que a partir de allí tampoco se sustentan las otras implicaciones que Bunge va enhebrando para arribar a su conclusión final.-



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