Es curioso como se tiende a asociar simbólicamente a ciertas palabras con otras, al márgen del significado específico de las mismas.
Así por ejemplo, desde hace muchos años, ciertas reuniones de intelectuales se autodenominan talleres, como una forma de asociar el trabajo intelectual con el trabajo manual.
A esta operación simbólica se ha sumado también la Iglesia Católica, por ejemplo cuando el papa Pío XII instituyó el 1 de mayo de 1955 -Día Internacional del Trabajo- la festividad de San José Obrero, basado en la tradición bíblica, según la cual el padre de Jesús se desempeñaba como carpintero, en cuyo caso la fiesta se debería haber llamado San José Artesano.
Asimismo es común que en en el caso de los servicios financieros, se hable de industria financiera, industria de las tarjetas de crédito, industria de los fondos de inversión o industria de las remesas por ejemplo, aún cuando obviamente en ninguno de estos casos se transforme ninguna materia prima para arribar a un producto final diferente de la primera.
Lo que si parece claro es que esta asociación intenta aprovechar la mejor imágen que tiene socialmente la industria tradicional versus los servicios, a pesar de que en la mayoría de los países que gravitan en la economía mundial el peso del sector servicios es más importante dentro del producto bruto de los mismos que el de la industria.
Finalmente, si de símbolos hablamos, ¿acaso no se denomina al turismo en muchos países con fuerte oferta en este sector "la industria sin chimeneas"?
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