Grande fue mi desilusión, por decirlo de alguna manera, al enterarme de algunos entretelones acerca del "Cuarteto para el fin de los tiempos" una de las obras más importantes de Olivier Messiaen, maestro nada menos que de Pierre Boulez, del recientemente desaparecido Karlheinz Stockhausen y de Iannis Xenakis.
La historia conocida por mi acerca de esta obra era que Messiaen -el Bach de los católicos, según la atinada definición de mi querido y respetado amigo el crítico Napoleón Cabrera- la había compuesto en el campo alemán de prisioneros franceses Stalag VIII A en Silesia, en el que se encontraba detenido, convencido de que realmente se avecinaba el Apocalipsis, para ser ejecutado por un piano, un clarinete, un violín y un violoncello, ya que esos eran los únicos
intrumentistas disponibles entre los detenidos. Allí fue estrenado, el 15 de enero de 1941 frente a los oficiales alemanes y sus prisioneros, asegurando el compositor que nunca una obra suya había sido escuchada con tanta atención...
Pues bien, según un documentado trabajo sobre esta obra, cuya autora es Rebecca Rischin de la Universidad de Cornell, parece ser que el tercer movimiento de la obra -no el segundo como se menciona en adn-, el solo para clarinete Abismo de Fuego, había sido compuesto por Messiaen en Nancy y que el clarinestista que lo estrenó había ensayado ahí su parte, y lo más importante, que la instrumentación, que como mencioné, había sido obra de lo disponible, en realidad siempre había estado presente en la mente del compositor.
¿Porque Messiaen falseó la historia? La opinión de Rischin es que lo hizo para agigantar la dimesión de la proeza.
En mi opinión, escuchando esta obra magistral y cumbre de la música del siglo XX, la misma no necesitaba de ninguna operación para agigantarla...
1 comentario:
Buen post Hugo. Son de esos escritos te hacen pensar y analizar. Primero disientes y luego concuerdas con lo dicho.
Saludos Santiagueños.
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