Una señora, circunstancial vecina de asiento en el Teatro Colón, me contó la siguiente anécdota:
Su padre atesoraba un libro familiar de autógrafos de grades figuras de la música que habían visitado Buenos Aires, como Pietro Mascagni, Camille Saint-Saens, Richard Strauss y Giacomo Puccini, entre otros.
Cuando en la década de 1940 el maestro visitó Buenos Aires por segunda vez, el señor se presentó al hotel donde se alojaba y le solicitó al conserje si podía hacerle firmar su libro de autógrafos.
El conserje llamó a la habitación y la respuesta de Toscanini fue negativa.
Sin amilanarse, el padre insistió, y le dijo al conserje que se lo alcanzara, para que viera quienes lo habían firmado.
El conserje al ver las firmas, accedió, con algún temor, dado el mal genio del director, que ya se había negado, y preparándose para lo peor, se presentó ante Toscanini con el libro y le pidió que lo viera.
El maestro lo hojeó, y lo devolvió con su firma.-
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