Los propagandistas libertarios que reportan a Santiago Caputo descubrieron que Roma tampoco paga adulones cuando se quedaron afuera del reparto de candidaturas en Buenos Aires.
Perdieron contra un tropel de políticos profesionales, de esos que les habían enseñado a repudiar.
Al patalear en las redes sociales expusieron la lucha palaciega que agita al oficialismo desde hace semanas.
Los hermanos decidieron que era hora de un escarmiento.
Karina Milei publicó el evangelio de los nuevos tiempos. Emitió un comunicado oficial en el que defendió el armado de listas bonaerenses, que estuvo en manos de su delegado Sebastián Pareja, blanco del desprecio de los peones digitales de Caputo.
El texto es un manifiesto antiliberal sin disimulo. La amenaza explícita de una purga a los disidentes, siempre disimulada en la aspiración mesiánica de exterminar a las fuerzas malignas que empujan a la Argentina a la decadencia.
“No llegamos hasta acá para adaptarnos ni para negociar con los restos del viejo sistema. Vinimos a destruirlo”, postula la secretaria general. Las listas bonaerenses, cuestionadas por el excesivo nivel de peronismo en sangre de sus integrantes, constituyen “una declaración de principios”, advirtió. Y lo corona con dos frases que hicieron temblar la Casa Rosada:
- “Quién cuestione a quienes están llevando esa bandera no está criticando un armado. Está cuestionando al Presidente mismo y a la causa”.
- “En esta batalla la lealtad no es una opción; es una condición
Se acabó la discusión
MARTÍN RODRIGUEZ YEBRA, LA NACIÓN, HOY
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