Como toda apelación religiosa, exige fe y no mirar mucho hacia atrás.
El historial de la hermana del Presidente como reclutadora electoral podría asustar a los que hoy festejan, sortija en mano, la impresión de su nombre en las boletas libertarias.
En 2023, Victoria Villarruel fue la elegida para la vicepresidencia. Quedó relegada antes de asumir y desde hace unos meses integra el círculo de enemigos despreciados por Milei.
El candidato a jefe de gobierno porteño, Ramiro Marra, cayó del cielo sin explicación después de enfrentarse a la armadora local de Karina, Pilar Ramírez.
La primera en la lista de diputados por la Ciudad fue Diana Mondino, breve canciller echada por WhatsApp después de una votación en la ONU que disgustó al Presidente.
Tampoco sobrevivió mucho su compañero de boleta y primer jefe de bloque de LLA, Oscar Zago.
En la provincia de Buenos Aires la postulante a la gobernación fue Carolina Píparo, a la que desterraron cuando se indignó porque le incumplieron la promesa de darle la Anses.
Este año volvió, en silencio, al bloque oficialista.
En Mendoza llevaron a Lourdes Arrieta, enviada al cadalso cuando se quejó de haber sido llevada sin saber a una visita a Alfredo Astiz y otros represores en la cárcel de Ezeiza.
El primer candidato a senador bonaerense por la segunda sección electoral fue Carlos Kikuchi, el armador a quien Karina purgó a días de las elecciones.
Marcela Pagano fue la incorporación estrella en la lista bonaerense: también está afuera y enfrentada en un duelo estrambótico con la incondicional Lilia Lemoine.
Muchos de ellos incurrieron en el equívoco de que creerse el discurso liberal del jefe; que nacía una fuerza nueva de tinte liberal, en la que la discusión podía dar paso a alguna forma de síntesis. Se fueron encontrando, cada uno a su tiempo, la premisa que ahora verbaliza Milei: “verticalismo y pragmatismo”.
MARTÍN RODRÍGUEZ YEBRA, LA NACIÓN
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