Balzac fue, bajo la forma de la ficción, lo que todo cronista periodístico habría querido ser: aquel que no sólo registró la historia (la suya, la de la Francia posterior a la Revolución), sino quien la contó de tal manera que la historia misma pasó a ser eso que él contó.
Balzac era conservador, católico, monárquico y le tocó contar un mundo (el que él quería para sí mismo) que se desintegraba, y lo que importa no es sólo testimonio de lo que se desintegra, sino la tragedia de lo desintegrado.
...lean a Balzac, el hombre que contó el mundo en el que todavía vivimos: sólo unos poquísimos artistas tienen el poderío para inventar un mundo que los incluya como autores y como personajes.
Pablo Gianera, La Nación de hoy.-
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