lunes, 17 de junio de 2013

STRAUSS EN EL TEATRO COLÓN: PERDÓNALOS RICHARD, NO SABEN LO QUE HACEN...

"una buena parte de los espectadores se retiró de la sala en el primer intervalo"

Comentario -sin firma- de la función de la ópera "La mujer sin sombra" de Richard Strauss, La Nación del 15 de junio.-



El cronista, en un intento por explicar el éxodo apela a consideraciones de índole musical y escénica:

"...Strauss en el acto inicial de su obra utiliza una excesiva y reiterativa coloración del sonido que sólo un director de orquesta muy sutil -que bruña y varíe con mucha frecuencia las intensidades sonoras- permite apaciguar al público poseedor de un espíritu inquieto y quisquilloso.

Pero ese público no pudo observar que a medida que avanzan las escenas de La mujer sin sombra, la música de Strauss va adquiriendo el lirismo ya conocido de un genial compositor.

Por otro lado la falta de ideas en el aspecto visual de la presentación fue otro elemento para justificar en parte esa actitud..."

Su colega Federico Monjeau, en su comentario publicado en Clarín el 13 de junio, parece seguir el mismo camino, con alguna variación: 

"Es difícil entender las razones por las que La mujer sin sombra, estrenada en 1919 y quiza la más hermosa de las óperas de Richard Strauss, demoró más de cuatro décadas en conquistar un lugar en el repertorio, aunque todavía hoy su posición es un poco marginal.

Kurt_Pahlen sostenía que entre los motivos de ese aplazamiento se hallan las exigencias musicales y, sobre todo, escénicas que plantea este cuento de hadas de Hofmannsthal donde ocurren mil transformaciones.

Pero eso no suena del todo convincente, ya que los desafíos escénicos son uno de los principales atractivos de la ópera, no sólo desde la perspectiva del público sino también de los directores de escena y los teatros.

Tal vez la razón obedezca a su sustancial anacronismo: un etéreo y a la vez oscuro cuento de hadas en el contexto de la Viena expresionista, y los anacronismos por lo general necesitan de dos o tres generaciones para volver a acoplarse con el mundo real."
 
Por lo menos, los que se retiraron lo hicieron en el entreacto, y no como muchas veces viene sucediendo -algo impensado años atrás- en medio de la función...

La explicación intentada más arriba, tal vez puede aplicarse a algunos. Pero no a "buena parte de los espectadores".

Personalmente, creo que debe buscarse más bien en la pobre cultura musical de una gran parte de público que asiste actualmente a las funciones del teatro, que ha convertido -nuevamente- el ir a la función, en un "hecho social", alejado del "hecho musical".

Y a propósito de la crítica, sin firma reitero, de La Nación, fue publicada  cuatro días después de la función.

Clarín la publicó dos días después...

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