martes, 21 de diciembre de 2010

FRANCO Y PERÓN, UN SOLO CORAZÓN

Acabo de finalizar la lectura del libro "Franco, el gran manipulador", del inglés Paul Preston(1946) docente de la London School of Economics.

Una de las cosas que más me llamó la atención, fue que pese a que Franco fue el hombre con más poder en España desde el alzamiento en 1936 hasta su muerte en 1975 -Jefe del Gobierno, Jefe del Estado, Jefe del Movimiento, Generalísimo- su liderazgo no estuvo exento de cuestionamientos durante todo este largo período por parte de sectores afines como los propios militares y los monárquicos, y a diferencia de Hitler o Mussolini, al dictador español no le fue posible utilizar la fuerza para desembarazarse de ellos -las muertes en sendos accidentes aéreos de los generales Sanjurjo y Mola a comienzos de la Guerra Civil y la del general monárquico Bautista Sánchez en 1957, imputadas a Franco según rumores y sospechas, carecen de respaldo serio y son rechazadas por la mayoría de los historiadores- , sino que debió usar su astucia -de ahí el título del libro- para doblegarlos, enfrentándolos entre sí y haciéndoles creer a todos que el era el único árbitro de la situación  y garante de la  pax española.

En este sentido, la actiud de Franco fue similar a la de Perón en su primer período (1946-1952), si bien el primero  pudo lograr, pese a todo, su objetivo de perdurabilidad para el régimen que encabezó hasta su muerte.

Presentado a menudo como autoritario, el general argentino debió sin embargo liderar una variada constelación de seguidores, entre los que se encontraban los militares, la iglesia, los nacionalistas de derecha y de izquierda, políticos escindidos de sus agrupaciones como algunos ex socialistas  ex comunistas y ex radicales, los sindicatos y el empresariado nacional pequeño y mediano, lo que lo obligó en muchos casos a tener que ceder en sus aspiraciones, para mantener a flote su disímil coalición. 

Un ejemplo de los límites que encontró, fue la objeción que el ejército efectuó a la candidatura vicepresidencial de Evita en 1951, y que Perón, en la cima de su poder y popularidad, acató. 

A diferencia de Franco, la autoridad de Perón comenzó a decaer en su segunda presidencia a partir de 1952, cuando perdió esa capacidad arbitral, e intentó hacer aprobar por el Congreso el contrato de explotación petrolero con la California Oil Co., una subsidiaria de la Standard Oil, lo que le hizo perder el apoyo de los nacionalistas, y se hizo irreversible, luego de sus ataques a la iglesia católica, que culminaron con el incendio de la Curia Metropolitana y las iglesias en junio de 1955, lo que provocó su caída en forma casi inmediata.-



1 comentario:

Marta Salazar dijo...

gracias Hugo! excelente!
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