domingo, 6 de diciembre de 2009

ENTRE EL JET SET Y APOLO

En una linda mañana, el barco fondeó en las proximidades de Mykonos -el tamaño del puerto de la isla no permite atracar allí a navíos de gran porte- la que junto con la volcánica Santorini, son las dos más famosas islas del archipiélago de las Cícladas, en el centro del Egeo.

Bajé a tierra a través de un servicio de lanchas que funcionó en ambos sentidos hasta media hora antes de la partida.

Mykonos se ha convertido en un destino apreciado por el jet set, y sus casas blancas y azules y sus cinco molinos de viento, son una de las postales más tradicionales del Mediterráneo.
No revestía para mi mayor interés, por lo que solo hice un pequeño tour por el barrio de Kastro, en los alrededores del puerto, donde se destaca la Iglesia de Paraportiani, que combina elementos bizantinos y occidentales, y a la que se suman otras siete externas, perpendiculares a la principal y más pequeñas -capillas para nosotros- que dan al conjunto un toque muy original. Un poco más abajo, se encuentran algunas casas construídas directamente sobre el mar, por lo que el lugar es conocido como la Pequeña Venecia.

Regresé al puerto, donde me estaba esperando el pequeño barco que, luego de media hora de navegación, me dejó en la desierta, pero maravillosa isla de Delos.

Según la leyenda, Júpiter embarazó a Latona. Enterada Juno, su celosa esposa, le prohibió dar a luz en ningún lugar donde brillara el sol, por lo que la parturienta deambulaba de un lugar a otro, hasta que finalmente encontró una isla que flotaba a la deriva llamada Ortigia. Poseidón, para burlar a Juno, hizo a su alrededor una bóveda de agua, que impedía pasar a los rayos solares. Allí, en el monte Cinto, apoyada sobre una palmera y después de varios días, dio a luz a dos mellizos, Diana la primera en nacer y Apolo, luego de lo cual la isla se cubrió de una capa dorada, llamándose desde ese momento Delos.

Ese hecho convirtió a Delos en un lugar sagrado, del mismo nivel que Delfos y Olimpia en la Grecia continental, por lo que se reunían allí para honrar al dios Apolo no solo los griegos, sino que también lo hacían otros pueblos como sirios y egipcios, al punto que hasta Cleopatra tenía allí una casa, tal como lo señala Virgilio en la Eneida, cuando al comparar a Eneas con el dios escribe: "...Cual Apolo cuando abandona la helada Licia y las corrientes del Janto, y visita la materna Delo, instaura los coros, y mezclados los Cretenses, los Dríopes y los pintados Agatirsos, se revuelven furiosos al derredor de los altares, mientras él recorre las cumbres del Cinto..."

Contaba también con hipódromo, estadio y teatro, conservándose aún los restos del primero y del tercero.

En siglo I d de C la isla pasó a convertirse en el más grande centro comercial del mundo, tenía 30.000 habitantes y acudían allí artistas y artesanos, quienes construyeron lujosas casas para comerciantes, armadores y banqueros, ricamente decoradas con estatuas, frescos y especialmente mosaicos, destacándose, entre otras, la llamada Casa del tridente, por ser ese y un delfín el motivo elegido por el artista.
El punto más alto, artísticamente hablando, lo constituyen los leones de los naxianos, cuyos originales actualmente se encuentran emplazados en el museo, siendo considerados la primera representación escultórica zoomórfica en mármol en la historia del arte.

Fue precisamente su prosperidad y amistad con los romanos, lo que llevó a Delos a su destrucción, ya que fue atacada dos veces por Mitríades, Rey del Ponto, enemigo de aquellos -y título de una de las primeras óperas de Mozart- luego de lo cual fue gradualmente abandonada por sus habitantes.

Al caer la tarde, el barco zarpó hacia el sur, para alcanzar al día siguiente Creta, en el centro del Egeo, el destino culminante de mi recorrido.-

2 comentarios:

Jorge S. King dijo...

Que lugares Hugo. Lo repito, señor viaje!.

hugo dijo...

la pasé muy bien jorge