martes, 30 de diciembre de 2008

MASSOT DIXIT

El peronismo, ese viejo animal camaleónico...

lunes, 15 de diciembre de 2008

REVALORIZANDO A ROOSEVELT

"...Pienso que las acciones específicas de Roosevelt son menos importantes que su voluntad de ser agresivo y experimentar, es decir, de hacer cualquier cosa para que el país vuelva a ponerse en movimiento..."

Ben Bernanke, profesor de la Universidad de Princeton, fines de 1999, The Wall Street Americas, en Economía & Negocios, La Nación de hoy, página 5.-

martes, 9 de diciembre de 2008

WALL STREET HOY

"...la banca de inversión se ha convertido en un reino fantasma, donde todo el mundo está ocupado pero nadie hace nada... Asombrosamente, pocos de los banqueros más experimentados parecían poder aceptar la realidad obvia de su propia profesión: que un mundo sobreapalancado también creó un exceso de banqueros..."

"Wall Street, un reino fantasma tras la debacle financiera", en The Wall Street Journal Américas de hoy, en La Nación, Economía & Negocios, página 6.-

viernes, 5 de diciembre de 2008

TULIO HALPERÍN Y LA POLÍTICA EN LA ARGENTINA

"...El historiador Tulio Halperin Donghi ha escrito que el rasgo característico de nuestra vida política es "la recíproca denegación de legitimidad de las fuerzas políticas que en ella se enfrentan" Negar legitimidad significa invalidar las razones de existencia del adversario, desconocer su respetabilidad y derecho, convertirlo en un enemigo y tratar de destruírlo..."

Eduardo Fidanza, en "Nosotros o ellos", La Nación, 3 de diciembre de 2008, página 19.-

jueves, 4 de diciembre de 2008

"GREAT EXPECTATIONS"

Los viejos tendrán sueños; los jóvenes verán visiones.
Antiguo Testamento.-


En 1970 ingresé a primer año de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA -con exámen pero sin curso de ingreso- Dos de las materias a cursar eran los primeros cursos de Historia Económica y Economía.

Cuando en la primera de ellas estudié la Crisis de 1929 y en la segunda las teorías de Lord John Maynard Keynes, Barón de Tilton, me hice keynesiano, ya que si no se podía hacer política económica, esperando que durante las crisis el equilibrio se restituyera solo, como sostenían los clásicos, ¿para que entonces estudiar ciencias económicas?

A partir de que Margaret Thatcher ganó las elecciones en Inglaterra, a fines de los 70, desalojando a un desgastado laborismo, una nueva corriente neoliberal -término poco feliz, pero difundido- comenzó a dominar el pensamiento económico, profundizándose la misma con la llegada de Ronald Reagan a la presidencia de los Estados Unidos a comienzos de los 80, para convertirse desde entonces en el llamado pensamiento único, mientras que los keynesianos fuimos condenados al desierto intelectual, acusados injustamente de ser los responsables de la estanflación de los setenta, por los deficits fiscales acumulados, lo que era una deshonestidad intelectual, ya que Keynes jamás fue partidario de tales prácticas en momentos de prosperidad económica, como sucedió durante las décadas del 50 y 60.

Durante la década del 90, la ausencia de controles, propio de las políticas neoliberales, permitió el desbalance de los eternos fieles del mundo económico, el miedo y la codicia, dando lugar a una serie de estallidos: primero de países -Méjico, los tigres asiáticos, Rusia, Brasil y Argentina-, luego de empresas -Enron, Arthur Andersen- hasta llegar a los mercados -punto.com e hipotecas de alto riesgo- para concluír todo esto en una crisis económica sistémica como la actual, de una gravedad tal, como varias generaciones no habían conocido jamás.

Pese a que muchos se niegan a aceptarlo aún hoy, Keynes en Inglaterra, Roosevelt en los Estados Unidos, así como Prebisch y Pinedo entre nosotros, cada uno en la medida de sus posibilidades de actuar, salvó al capitalismo a partir de teorías económicas heterodoxas, basadas en la expansión de la demanda-consumo estimulada por los gobiernos.

Hoy nos encontramos frente a la misma disyuntiva: los gobernantes mundiales, comenzando por el primer ministro del Reino Unido Gordon Brown, dieron el primer paso en la intervención estatal, para salir del atolladero y evitar la temida deflación, capitalizando a los maltrechos bancos; lo siguió luego el gobierno republicano de los Estados Unidos y todo indica, por sus declaraciones, que los seguirá el nuevo presidente demócrata Barack Obama y su destacado equipo económico presentado recientemente -una garantía de profesionalismo- a través de un amplio estímulo fiscal, ahora al sector productivo y al empleo.

No me cabe ninguna duda que nuevamente el keynesianismo, como en el 30, salvará al capitalismo de sus excesos, regresándolo a la senda del crecimiento sostenido y sustentable.

Muchos serán ahora los que creerán por haberlo visto...

Vienen tiempos magníficos para volver a hacer política económica.-

lunes, 1 de diciembre de 2008

OLIVO NOSTRUM


Llegado de mis mini vacaciones por el Mediterráneo oriental intenté poner en orden mis ideas sobre los lugares recorridos y, como nunca, tardé bastante en encontrar un hilo conductor que vinculara los sitios visitados, hasta que, creyendo haberlo hallado, paso a compartirlo con ustedes amables lectores, para ver si concuerdan conmigo.

¿Que tienen en común la Serenísima Venecia -a la que vi aparecer y desaparecer en medio de la bruma- de los dogos, potencia marítima.

Bari, abundante en dominaciones que le dieron el tono a su arquitectura -como su macizo fuerte normando- y costumbres, y cuyo templo de San Nicolás, donde reposan sus restos, es lugar de peregrinación tanto para católicos como ortodoxos.

Olimpia, sede de los juegos, a los que solo podían participar y asistir los hombres, y del santuario principal del mundo griego, dedicado a Zeus, cuya desaparecida estatua, obra de Fidias, quien tenía allí su estudio, era considerada una de las maravillas del mundo antiguo.

La populosa Efeso, en Asia Menor -a donde San Juan llevó a la Vírgen María, cumpliendo con lo que EL le había pedido en la Cruz, y donde falleció centenaria- que contaba en su momento de máxima grandeza entre los siglos IV y V D.C. con 350.000 habitantes -a manera de comparación diez siglos después Constantinopla, cuando cayó en poder de los turcos en 1453, tenía 700.000- y cuyo esplendor -entre los que se destaca el templo de Adriano, la biblioteca de Celso, el ícono local, y el teatro con capacidad para 35.000 espectadores sentados, con una acústica tan perfecta que aún hoy admiramos y se usa- nos fuera devuelto por la escuela austríaca de arqueología hace apenas cuarenta años.

La deslumbrante Estambul, primero bizantina y luego otomana, cuya arquitectura religiosa, de lo que dan cuenta las monumentales mezquitas que desde ese momento la poblaron como la de Solimán o la Azul, se basó en la admiración que a los turcos les causó Santa Sofía.

Y finalmente la amurallada Dubrovnik en la costa croata -temprano oasis de libertad republicana durante varios siglos hasta la invasión napoleónica y de tolerancia religiosa con su barrio judío, que ocupa aún hoy una escarpada escalera a manera de calle con el nombre de su religión y a cuyo pie se encuentra la segunda sinagoga más antigua de Europa después de la de Praga- que guarda dentro de las mismas, en el claustro franciscano, a la farmacia más antigua, aún en funcionamiento desde el siglo XIV- , además de la vinculación de todas ellas con el Mare Nostrum?

Ese elemento común es para mi el olivo, de amplísima difusión en todo el Mediterráneo y que ha inspirado desde el principio de los tiempos una especie de veneración, considerándoselo en efecto símbolo de la paz, la belleza y la sabiduría, consagrado en Grecia y Roma a Atenea y Minerva, cuyas ramas -según la tradición bíblica- llevadas en sus picos por dos palomas le anunciaron a Noé la terminación del diluvio, servían también para coronar a los vencedores de los juegos olímpicos y fueron enarboladas por la población, junto con ramas de palma, cuando Jesús entró a Jerusalén, y cuyo fruto, la aceituna, y su derivado, el aceite de oliva, está presente en toda la gastronomía de los lugares visitados.

Al tiempo que las ramas de olivo, como mencionamos, han sido siempre un signo de paz, el Mediterráneo Oriental, desde los albores de las civilizaciones que en el se asentaron , ha sido escenario de crueles enfrentamientos, basados muchos de ellos en cuestiones religiosas, curiosamente entre bandos que, además, creen en un único Dios...

¿Que nos pasa a los hombres y mujeres del siglo XXI, que al tiempo que seguimos navegando por el Mare Nostrum, compartimos el olivo nostrum y muchos creemos en un único Dios, no hemos podido aún sustraernos de las desconfianzas y rivalidades del pasado?