martes, 13 de mayo de 2008

COMERCIO JUSTO PARA TODOS de Joseph Stiglitz y Andrew Charlton

Todavía sigo con el suplemento adn cultura de La Nación del 3 de mayo, tal fue el cúmulo de artículos que llamaron mi atención, en cambio el de la última semana pasó, al menos para mi, sin pena ni gloria...

La reseña del presente está referida a la obra del premio Nobel Joseph Stiglitz y Andrew Charlton, "Comercio justo para todos", Edit. Taurus, que fuera publicada allí.


En este interesante trabajo, los autores pasan revista a la evolución industrial de Inglaterra y Japón durante el siglo XIX, como así también a la de América del Norte y Australia, para analizar luego, durante la segunda mitad del siglo XX, la de los llamados Tigres económicos del Este asiático, China e India.

Señalan también las doctrinas económicas modernas sustentadas por Adam Smith (1776) y David Ricardo (1816) que dieron fundamento a la noción de que "...-el libre comercio sin las trabas impuestas por las restricciones gubernamentales mejora el bienestar social- es una de las más importantes doctrinas de la economía moderna...", y más específicamente en el caso de Ricardo el concepto de ventaja comparativa, según la cual el comercio es beneficioso porque permite que cada país se especialice en los bienes que produce de manera relativamente eficiente. Es esta formulación ricardiana "...el núcleo de la teoría del comercio y constituye los cimientos de de sus implicaciones normativas a favor del libre comercio..."

Pero el problema es que en opinión de los autores la realidad no concuerda con la teoría:"...la cuestión a la que se enfrentan la mayoría de los países NO es una elección binaria entre autarquía (no comercio) o comercio libre, SINO la elección entre un espectro de regímenes comerciales con diversos grados de liberalización...", para concluír que "...Hoy prácticamente TODOS los países imponen ALGUN tipo de restricción comercial..."

Esta visión de Stiglitz y Charlton, además de apuntar a la realidad que prevalece en el mundo comercial de hoy, pone además de manifiesto la falacia los llamados acuerdos de libre comercio, ya que en definitiva éstos solo constituyen concesiones arancelarias mutuas que se ofrecen dos países, en detrimento de terceras naciones, como así también la hipocresía del mundo desarrollado, el que al tiempo que clama por el libre comercio y utiliza a la Organización Mundial del Comercio como un gendarme en tal sentido, que impone multas y sanciones, se niega a liberalizar algunos sectores como el agrícola, lo que implica encarecer el costo de los alimentos para vastos sectores de la población mundial en momentos en que el incremento en el precio de los mismos parece no tener fin, desatando presiones inflacionarias en toda la economía mundial .-

3 comentarios:

Unknown dijo...

Muy bueno el último párrafo Hugo, toda la razón.

Si mal no recuerdo el NAFTA tiene más de 2000 páginas...

Qué tanto hay que anotar si se quiere comerciar libremente?

Además estos tratados se imponen regulaciones mutuas entre ellos sobre cuestiones que nada tienen que ver con el comercio. Todo suma y suma más regulación, cuando en teoría se busca "liberalizar el comercio"...

hugo dijo...

imaginaba que ibas a estar de acuerdo con el iván

ahora ¿que pensás del párrafo anterior?

Anónimo dijo...

Para mi el libre comercio es una cuestión moral, donde nadie puede agredir a una persona por querer comerciar con la otra pacíficamente.