martes, 27 de mayo de 2008

ITALO ARGENTINO LUDER

A los noventa y un años falleció el doctor Italo Argentino Luder, uno de los últimos dirigentes históricos del peronismo -en su carácter de constitucionalista participó en 1949 en la Convención Reformadora de la Constitución-, quien, como Presidente Provisional del Senado, desempeñó la Presidencia interina de la República, a raíz de los motivos de salud que llevaron a la entonces presidenta María Estela Martínez de Perón a solicitar una licencia en sus funciones entre el 13 de setiembre y el 17 de octubre de 1975. Durante ese breve interinato, el Presidente Luder firmó los polémicos decretos que autorizaban a las Fuerzas Armadas a "aniquilar" a la subversión en todo el territorio del país.

Frente al deterioro institucional que se percibía, la ciudadanía y la oposición política vieron en la llegada del probo y moderado doctor Luder a la primera magistratura del país, la posibilidad de revertir un proceso, que de continuar, llevaría inexorablemente, como efectivamente sucedió seis meses después, a un nuevo golpe de estado.

Para ello era necesario obtener la renuncia de la señora de Perón debido a sus reales problemas de salud o promover un juicio político en su contra por mal desempeño de sus funciones, basado en el famoso cheque girado contra la cuenta de la Cruzada de Solidaridad Justicialista -una organización paraestatal de beneficencia dotada de aportes compulsivos de los trabajadores sindicalizados- para pagar gastos del juicio sucesorio de su esposo el ex presidente Juan Domingo Perón, que fue lo que finalmente la llevó a cumplir arresto domiciliario, como consecuencia de una condena judicial, durante los primeros tramos del Proceso.

El peronismo, con el Presidente interino Luder a la cabeza no hizo ninguna de las dos cosas.

El curso inexorable de los acontecimientos nos llevaron al 24 de marzo de 1976 y a la segunda caída de un gobierno peronista.

El doctor Luder, lamentablemente, no escribió su memorias, las que podrían haber arrrojado luz acerca de los motivos que lo llevaron a no ponerse al frente de un movimiento multipartidario requerido por la mayoría del país, que oxigenara el último tramo del gobierno peronista, el que, como se ha dicho, en manos de la señora de Perón se encontraba en una etapa terminal.

Por versiones, se supo que Luder se habría negado, porque en su opinión, de asumir la primera magistratura en reemplazo de la señora de Perón, solo hubiera sido un rehén de las Fuerzas Armadas, como fue el caso de su similar uruguayo Juan María Bordaberry. Ello es relativo, toda vez que ya había firmado los instrumentos legales que las Fuerzas Armadas requerían para llevar adelante el accionar antisubversivo.

Más bien, parecería que lo que lo paralizó, junto al resto de los dirigente justicialistas, fue la imposibilidad de accionar políticamente en contra de quien ostentaba el apellido Perón, su viuda.

En suma: en el eterno dilema weberiano del político, el doctor Luder habría seguido la ética de la convicción, antes que la de la responsabilidad, y como en toda elección, sus consecuencias no son neutras.

La historia fue como fue, pero, pudo haber sido de otra manera...

martes, 13 de mayo de 2008

COMERCIO JUSTO PARA TODOS de Joseph Stiglitz y Andrew Charlton

Todavía sigo con el suplemento adn cultura de La Nación del 3 de mayo, tal fue el cúmulo de artículos que llamaron mi atención, en cambio el de la última semana pasó, al menos para mi, sin pena ni gloria...

La reseña del presente está referida a la obra del premio Nobel Joseph Stiglitz y Andrew Charlton, "Comercio justo para todos", Edit. Taurus, que fuera publicada allí.


En este interesante trabajo, los autores pasan revista a la evolución industrial de Inglaterra y Japón durante el siglo XIX, como así también a la de América del Norte y Australia, para analizar luego, durante la segunda mitad del siglo XX, la de los llamados Tigres económicos del Este asiático, China e India.

Señalan también las doctrinas económicas modernas sustentadas por Adam Smith (1776) y David Ricardo (1816) que dieron fundamento a la noción de que "...-el libre comercio sin las trabas impuestas por las restricciones gubernamentales mejora el bienestar social- es una de las más importantes doctrinas de la economía moderna...", y más específicamente en el caso de Ricardo el concepto de ventaja comparativa, según la cual el comercio es beneficioso porque permite que cada país se especialice en los bienes que produce de manera relativamente eficiente. Es esta formulación ricardiana "...el núcleo de la teoría del comercio y constituye los cimientos de de sus implicaciones normativas a favor del libre comercio..."

Pero el problema es que en opinión de los autores la realidad no concuerda con la teoría:"...la cuestión a la que se enfrentan la mayoría de los países NO es una elección binaria entre autarquía (no comercio) o comercio libre, SINO la elección entre un espectro de regímenes comerciales con diversos grados de liberalización...", para concluír que "...Hoy prácticamente TODOS los países imponen ALGUN tipo de restricción comercial..."

Esta visión de Stiglitz y Charlton, además de apuntar a la realidad que prevalece en el mundo comercial de hoy, pone además de manifiesto la falacia los llamados acuerdos de libre comercio, ya que en definitiva éstos solo constituyen concesiones arancelarias mutuas que se ofrecen dos países, en detrimento de terceras naciones, como así también la hipocresía del mundo desarrollado, el que al tiempo que clama por el libre comercio y utiliza a la Organización Mundial del Comercio como un gendarme en tal sentido, que impone multas y sanciones, se niega a liberalizar algunos sectores como el agrícola, lo que implica encarecer el costo de los alimentos para vastos sectores de la población mundial en momentos en que el incremento en el precio de los mismos parece no tener fin, desatando presiones inflacionarias en toda la economía mundial .-

sábado, 10 de mayo de 2008

SIMON BOLIVAR

En el suplemento adn cultura del diario La Nación del pasado sábado 3 de mayo, se publican sendos trabajos de Rodolfo Terragno-quien vivió un tiempo en Venezuela- "Desenterrando a Simón Bolívar" y de Carlos Pagni "Del nacimiento al apogeo del mito bolivariano", cuyas lecturas me han resultado sumamente ilustradoras, acerca de un tema -Bolívar- sobre el que yo, con lo que me gusta la historia, no tengo para nada en claro, tal vez porque, como lo señala Terragno "... En la Argentina, se lo ha desdibujado para sostener una innecesaria defensa de San Martín..."

Como ambos trabajos son algo extensos para comentar, prefiero circunscribirme a la opinión de Terragno, sobre un hecho que, como argentinos nos concierne, me refiero al encuentro en Guayaquil de ambos libertadores:

"...La historia sigue hablando, sin razón, del "misterio de Guayaquil. Hay pocos acontecimientos menos enigmáticos. El Protector había proclamado en 1821 la independencia del Perú; pero el virrey De La Serna gobernaba el sur del país desde Cusco, mientras su ejército, intacto, esperaba la ocasión de arrojarse sobre Lima y el norte...Había que unificar los ejércitos de Bolívar y San Martín y destruír cuanto antes al ejército de De La Serna.

La unidad de mando -esencial a toda estrategia- requería que ambos ejércitos se unieran bajo un solo jefe, que solo podía ser Bolívar.

En la cumbre de su poder político y militar, controlaba los países que había liberado, tenía fuerzas poderosas y contaba con Antonio José de Sucre, que venía de consolidar en Pichincha la independencia de la Gran Colombia.

En cambio San Martín no mandaba en parte alguna, salvo la porción libre del Perú...Le faltaba el apoyo de Buenos Aires; y O´Higgins, su socio chileno, estaba quedándose sin poder.

Por eso San Martín fue a pedir refuerzo, y sabiéndose más débil, ofreció secundar a Bolívar. Rechazada tal subordinación, hizo lo único que podía hacer: dejar el campo libre.

Con ayuda de Sucre, Bolívar cumplió la tarea..."